Un viaje de pesca en los trópicos representa a menudo una experiencia esperada durante meses, fruto de sacrificios laborales, económicos y emocionales... ¡La esencia de la pasión que nos empuja lejos de nuestra zona de confort, en busca de emociones para recordar durante mucho tiempo!
En esta época, la mayoría de los tropicalistas, tanto los veteranos como los nuevos, estarán sin duda entusiasmados con las inminentes salidas a destinos exóticos. Una semana o un poco más, en el lapso de un año, para depositar todas las expectativas con la esperanza de pasar días inolvidables y luego regresar a Italia completamente satisfechos, listos para afrontar otro año de sueños y preparativos. Sí, porque no todos tienen la suerte de poder planificar varias salidas de pesca al año... ¡así que esperamos que esa semana sea perfecta! Desafortunadamente, no es tan obvio que lo sea, ya que una multitud de factores entrarán en juego, pudiendo ser beneficiosos o perjudiciales (actividad pesquera, bienestar físico, condiciones climáticas, imprevistos, etc.).
No es cierto, pero lo creo.
La semana perfecta empieza meses antes… cuando nos morimos de ganas de contarles a todos que pasaremos una semana practicando nuestra pasión bajo el calor, al otro lado del mundo, durante los meses más fríos de Italia. Y es justo ahí donde cometemos el primer error… porque, citando un famoso proverbio napolitano, «l'uocchie sicche so' peggio d' 'e scuppettate», traducido como «el mal de ojo es peor que los disparos», aludiendo a que la envidia de algunos puede literalmente atacar, cambiando los acontecimientos. Y como somos pescadores, que probablemente pertenecemos a una de las categorías más supersticiosas, no podemos evitar tomar nota y confirmar la tesis del proverbio que acabamos de citar. Y entonces, no tiene sentido dejarse llevar por la alegría del momento, presumir de las entradas que acabamos de comprar, tal vez publicar la foto en redes sociales: ¡la salida de pesca debe mantenerse en secreto! Quizás podríamos hablar de ello usando el condicional «Debería irme de viaje… pero veamos…», haciéndolo difícil, aludiendo a que no tenemos certezas y a que lo inesperado se cierne sobre nosotros. E incluso cuando por fin hayamos tomado asiento en el avión o hayamos llegado sanos y salvos a nuestro destino, cuando realmente será difícil resistirse, quizás sería mejor guardar el material fotográfico para mostrarlo en redes sociales solo al final de las vacaciones…
Planifique con anticipación
Aunque evitemos hablar de ello, también deberíamos empezar a prepararnos y, sobre todo, a revisar con antelación todo lo necesario para el viaje, para tener tiempo de pedir lo que falte y solucionar cualquier problema, como carretes rotos, anillas rotas, cámaras que no funcionen, etc. Lo ideal sería, por tanto, hacer una lista, priorizando el equipo importante que podría requerir una revisión en la empresa matriz (con los consiguientes tiempos de envío y procesamiento), y luego pasar a comprar lo que falte: consumibles, ropa, protector solar... para poder, paso a paso, empacar optimizando el espacio al máximo. En la planificación también podemos incluir el entrenamiento, que para ciertas técnicas de pesca es casi esencial y, por lo tanto, podría influir en el resultado del viaje. Así pues, un buen entrenamiento específico para lo que vamos a practicar implica entrenar sobre todo la parte superior del torso, concentrándose en los antebrazos para el agarre, en los hombros y brazos para soportar el equipo pesado, pero también en el abdomen y las piernas para aumentar la estabilidad y el equilibrio en la embarcación ante un movimiento de olas considerable.
Concentración al más alto nivel
Habiendo llegado finalmente a nuestro destino, con todo nuestro equipaje a pesar del riesgo de perderlo durante las escalas, por fin nos preparamos para comenzar nuestras vacaciones de pesca. Estamos allí, al otro lado del mundo, sin ningún tipo de molestia ni compromiso laboral, sin ninguna distracción... nuestro único objetivo será no cometer errores. Así comienza un ritual de concentración y, a veces, de precisión obsesiva: pasamos todos los nudos por el microscopio, afilamos las puntas de los anzuelos, deslizamos las líneas entre los dedos para palpar cualquier muesca... nada debe dejarse al azar. El pez que merece la pena está a la vuelta de la esquina, y no podemos permitirnos perder una gran oportunidad por nuestra propia superficialidad. Así que es mejor perder media hora rehaciendo algunos nudos o cambiando algunas líneas, que arrepentirnos de no haberlo hecho.
Pero para estar concentrados incluso en el barco durante la pesca, tendremos que estar bien descansados… Suponiendo que al salir vengamos de un período de estrés debido tanto a la preparación del viaje como a la cantidad de trabajo que habremos tenido que realizar antes de la salida, tendremos que intentar descansar mucho ya en el avión durante las muchas horas de vuelo, incluso si ocurren en momentos en los que deberíamos haber estado despiertos, porque debido a los husos horarios podríamos correr el riesgo de no dormir nada o dormir muy poco. Entonces correríamos el riesgo de estar muy cansados durante los primeros días de pesca. En cambio, en el barco, como decíamos, la concentración debe ser máxima, incluso cuando la actividad de los peces parezca detenerse por completo, porque es precisamente en ese momento cuando tendremos el ataque que nos pillará desprevenidos. Además, la concentración también es importante para la seguridad, desde lanzar con fuerza en momentos de frenesí, hasta una foto con un pez con dientes peligrosos o que se nos resbala de la mano y podría herirnos con una espina, pasando por una ola que nos pilla desprevenidos y nos hace caer. Las situaciones peligrosas que surgen durante jornadas enteras de pesca al límite son muchísimas, y un segundo de falta de concentración podría transformar una hermosa salida en una experiencia inolvidable.
La empresa adecuada
El éxito de un viaje en general, pero más aún de un viaje de pesca, dependerá en gran medida de la empresa. Pasaremos jornadas enteras de 10 o más horas en unos pocos metros cuadrados de un barco, donde necesariamente se requerirá complicidad y trabajo en equipo, sin envidia ni competitividad, incluso disfrutando de las capturas de los demás. Tendremos que ayudar a los menos experimentados, quizás haciendo un nudo complicado para ellos, incluso a costa de perder unos minutos de pesca en el momento de la actividad, cediendo el lugar para un lance extra a alguien que tuvo mala suerte ese día, tomando buenas fotos para todos... en resumen, recordando que no es una competición, sino un viaje entre amigos, aunque sean personas que acabamos de conocer. Adoptando este comportamiento solo podemos beneficiarnos, llevándonos a casa no solo un buen recuerdo de esa semana, sino también amistades que luego podremos seguir cultivando, o quizás organizar un futuro viaje juntos.